
Fuera de los comunes temas como que al parecer somos una amenaza para los grupos de casadas o emparejadas y que generamos toda una suerte de incógnitas – tanto para hombres como para mujeres . respecto a nuestra vida privada, terminamos deliberando sobre el “abordaje”.
Coincidimos por varias experiencias propias que muchos hombres son incapaces de acercarse, tener iniciativa o dar el primer paso. Entenderíamos eso si nos encontráramos enfrascadas en una charla de chicas, de esas en las que no necesitamos ningún XY pues más que nada nos estorbarían en tan femenina conversación; sin embargo nos puede resultar totalmente frustrante cuando pese a una mirada directa, a contacto visual y a todo un lenguaje corporal de aceptación al moscardón que zumba alrededor, este opta por mantenerse en su metro cúbico, por la retirada, o peor aún, por el abordaje a otra congénere.
Eso me hizo recordar la frase que más de una vez he dicho y no hace mucho tiempo repetí: “Si un sujeto no es capaz de acercarse a la mesa y conversarme, o cruzar la pista de baile y sacarme a bailar… no me interesa! Quiero a alguien que venga por lo que quiere.”.
Fue en ese momento que el novio de Anna la Soltera, El Italiano, salió a la defensa de su género y también de él mismo, para no caer en la calidad de “sujeto-no-interesante” según mi célebre frase.
Es así como nos confesó que esa falta de iniciativa responde a una serie de temores e inseguridades de los hijos de Marte. Temores como interrumpir una charla, que el galán, novio, esposo se acerque en algún momento, o que dada ninguna de las anteriores simplemente sean rechazados.
Finalmente nos confesó otra razón de gran peso específico que estoy segura va a resultar 150% gratificante y reconfortante para las hijas de Venus! Y dijo así: Cuanto más guapa o atractiva es la mujer, más inseguridad puede generar en el hombre. Este puede ponerse a especular el número que ocuparía en la lista de hombres que intentan abordarla en el día y que cansada de esto, ella también mandaría a volar.
Sin embargo, agregó que un amigo sociólogo le dijo que ese era un mito y un karma de muchas mujeres. Que tal vez quien se acerque a ella no era el número número 21 del día sino el primero, y no de la lista del día, sino del mes!
Tengo que confesar que me sentí un poco aliviada y que por primera vez en mi vida entendí en toda su extensión la famosa frase “La suerte de la fea la bonita la desea”.