En nuestra primera adolescencia seguro pensábamos que las fiestas y la juerga era privilegio exclusivo de los jóvenes. Claro!!! mi papá era un SEÑOR, mayor, serio, en terno y aburrido de .... uuufff!!!! 40 Y PICO AÑOS!!!! No hay forma que anduviera por ahí en fiestas con cara sonriente, un vaso en la mano, riéndose y bailando como loco.
Recién ahora que nosotros somos "ellos" descubrimos que nuestros padres se divertían y se soltaban las "trenzas y corbatas" para irse también de juerga!
Cuál es el problema ahora? qué es lo que nos decepciona pero a la vez resulta fascinante?
Tenemos un conflicto entre el yo-profesional y el yo-persona. Eso nos lleva a desdoblar nuestra personalidad según el rol que estamos asumiendo: En la semana el terno, sastre o mandil blanco; con una actitud seria, controlada y lenguaje complicado. El fin de semana jeanes (hasta rotos), minis, pelos alborotados y definitivamente con el lenguaje que usan nuestros hijos o sobrinos.
El problema con esto no está en nosotros que disfrutamos nuestros distintos roles en la vida, sino en aquellos que mantienen un mismo rol siempre, es decir esos jefes, clientes, colegas que aún al fin de semana llevan mentalmente el terno, el sastre y el mandil de doctor; para poder así levantar el dedo acusador ante todo aquel que no mantenga las apariencias en su estado yo-persona.
Hace poco en una fiesta de semana santa en una de esas playas "nice" al sur de Lima, ví como un afamado médico caminaba por toda la fiesta con un vaso en la mano y una sonrisita que me pareció un poco tonta. Comencé a observarlo bailar, coquetear con cuantas faldas se le cruzaba y hasta hacer algo "impropio".
En ese momento, debo confesar que yo misma estaba sorprendida que ESE fuera uno de los "famositos doctores"..... ese con cara y actitud de poco serio? Me olvidaba acaso, que yo misma llevaba un jean lleno de huecos y que muchos quedarían sorprendidos con esa facha?
Luego de conversar con él, por algo que comenzó como un reproche, entramos en una "filosofada" tal que me dí cuenta que todos estábamos en lo mismo, como acusadores (en ese momento yo) y como acusados.
Yo - dentro de mis paradigmas - esperaba que el doctor reprima su yo-persona porque el médico siempre fue la persona seria, vestida de blanco y con idioma difícil; y es más, por su afamada reputación DEBIA HACERLO!! El pobre hombre por su lado trataba de hacerme entender que no estaba en su consultorio y que tenía derecho a una vida privada, aún cuando eso le pueda costar algunos pacientes de menos!!!
Era acaso eso una novedad para mí? Yo sólo estaba repitiendo lo que la gente tal vez también esperaba de mí, mantenerme en el yo adulto los siete días de la semana!! Mantener las apariencias por el qué dirán en esta sociedad de burbuja que es Lima.
Esa noche aprendí muchas cosas: que yo - aun vistiendo jeans con huecos - también levantaba el dedo acusador, que otros vivían y sentían lo mismo que yo respecto a querer disfrutar su yo-persona dejando de lado al profesional, y que este doctor era muy agradable y que la sonrisita que ví en la fiesta era señal de una liberación y relax al cual tal vez tenía derecho.
En resumen, lo fascinante de esta noche fue darnos cuenta que ahora nosotros somos "LOS GRANDES" pues, pero que seguimos manteniendo nuestro yo-niño. Fue agradable saber que no era la única con esa "disyuntiva" en la vida y que la asumía porque es un derecho ser tal y como somos!
Vivan los jeans rotos!!! Viva el bailar como locos!! Vivan los tequilas shots hasta las 5 y media de la madrugada!!! ... Viva nuestra segunda adolescencia!!!