domingo, 20 de mayo de 2007

Las leonas rugen.


Esta semana fui al parque de las leyendas con mi hija. Me llevé una gran sorpresa cuando la leona empezó a rugir desaforadamente! Yo ya había visto un espectáculo similar en el zoológico de Huachipa, pero a cargo del propio rey de la selva.


Pensé que la leona estaba furiosa porque al querer avisarle al león que todo el público lo observaba repantigado como un zángano, éste le gruñó y casi la mordió. Sin embargo, de pronto la vi aguzar sus ojos y mirar a la lontananza no muy amigablemente. Qué mira? Obviamente nadie me respondió. Recién lo entendí cuando nos alejábamos y escuchamos un dúo de rugidos: era otra leona en una jaula a unos 50 metros.

Así somos las hembras, en todas sus especies. Una es la peor enemiga de la otra! Piensen no más en una fiesta o reunión. Los machos son simples, llegan, no conocen a nadie, les invitan una “chela” y ya son amigos inseparables. La mujer no! Como la leona observa de lejos a cada congénere que entra para detectar o - peor aùn - inventar todas las deficiencias posibles, minimizarla ante los ojos de su macho y marcar su territorio.

Si se tratara tan solo de un análisis de la competencia, creo que resulta hasta saludable porque eso nos estimula a un mejoramiento continuo; lo trágico es que, gran parte de las veces, obedece a la inseguridad frente a lo que esa fémina puede provocar en su hombre, incluso sin la más mínima intención; o a la “mentalidad de burbuja de Lima”.

Mi primer encuentro con una leona fue en la fiesta de fin de temporada en playa “nice” al sur de Lima. Cuatro solteras en el grupo de las “joyitas” de la playa que continuaron la fiesta en casa de un amigo común. Una se retiró a las 4:30 y las otras tres se quedaron hasta alrededor de las 5:30 a.m.
A la mañana siguiente, la hermana de la primera en retirarse sentenció a voz en cuello y delante de gente, que su hermana se retiró más temprano porque “Ella es proper!” (ojo! porque se fue una hora antes).
Cuando cuento esta anécdota, siempre me preguntan cómo reaccioné. Mi respuesta es simple: Qué puedo siquiera discutir con una mente tan escasa como esa? Es ella acaso la autoridad para determinar el toque de queda que ME califique de “proper” o no? No hay forma que me pueda desgastar con una de esas mujercitas de “burbuja”; sólo me queda suponer que le habrá molestado mis jeans rotos, mi polo de camuflage, o tal vez lo bien que se me veía esa noche!! :o)

Muchas de estas leonas son el tipo de mujer que yo llamo "choclas"; esas parecidas a las de un antiguo comercial de mayonesa en el que la protagonista decía “Choclo? .... no!..... yo no!” con tonito casi virginal, a lo “Candy Bell”, que me altera los nervios.

Estas "Choclas" pueden censurar - y lo que es peor, llegar a discriminar - a los separados, a los divorciados y a los convivientes! Marcan a sus esposos peor que Reyna a Maradona, no importa si son guapos, feos, altos, bajos, gordos, flacos o pelados!!! Esta especie parecería creer que ser soltera es sinónimo de "depredadora de hombres"!!

Esas “leonas” son las peores adversidades que encontraremos en este camino de soltería por segunda vez. Lo hacen tal vez por "mentalidad de burbuja", por inseguridad, porque secretamente les intimida nuestra independencia, porque a lo mejor, estando en un matrimonio de velocidad crucero, quisieran vivir lo que estamos experimentando una vez más; o quizá, porque saben que nunca serán capaces de tomar una decisión como la nuestra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sin dejar d lado prejuicios (o envidia) masculinos. pero al fin y al cabo prefiero la sinceridad para no perder mi tiempo descifrando q tienen en el cerebro.